miércoles, 15 de noviembre de 2006

Sin palabras

Me despierto y como siempre me doy cuenta de que mi "amigo" despertador me ha jugado un mal tanto por tu culpa. Tú aparecías en mi sueño, con un traje negro impoluto. No sé porque siempre te imagino de negro. Hace ya tiempo que perturbas mis sueños y no me dejas descansar. Por las mañanas añareces en mi mente y lucho, sin exito, para que desaparezcas. No te quiero conmigo porque acabarás haciéndome daño.

Antes no me importaba porque en mi mundo onírico planteabas una vida fácil y feliz, y de tu mensaje extraía palabras alentadoras y bonitas. Debido a eso yo te seguía al ese mundo al que me transportabas. Pero ahora no. No estoy dispuesta a bailar a tu son. No stoy dispuesta a dejar de ser yo. Y es curioso que estoy deseando que llegue la noche para que aparezcas, y al mismo tiempo de que llegue el día para que te marches, aunque sé que siempre me sigues los pasos.

Vete, no quiero que me inundes, no quiero que te metas en mi ser. No quiero tener que depender de ti. Pero aunque yo no quiera, tú vives en mis adentros y no te sacará de ahí con facilidad. Eres lo que ansío y lo que repudio. Eres lo que amo y lo que odio. Y lo peor de todo es que sigo odiándote, que sigo queriéndote. Eres algo que pasa de cuerpo a cuerpo, haciendo que a tu paso todo se debilite.

Siempre has estado presente en mi vida pero pocas veces has dicho verdades. Has actuado ante mí como una venda ante mis ojos miel. Me has hecho errar una y otra vez.

Has pasado, en brevedad de tiempo, de unirme a la soledad y al vacío, de juntarme a la plenitud y la felicidad (siempre ficticios a largo plazo). Pero no aguanto más. Vete, huye de mí. No soy una persona agradecida, y si bien te necesito, sbes que no puedo estar contigo por mucho tiempo. Sabes que solo perturbas mi vida durante breves segundos.

Sabes que en el fondo, estás consiguiendo que no crea en ti. Jamás creeré en ti. Sabes que siempre lucharé porque no te vayas.

Eres mi sí y mi no. Desde que tengo consciencia de mi ser te he tenido cerca. Necesito que te tomes unas largas vacaciones y me dejes pensar con lucidez. Necesito que no me turbies las ideas lúcidas que a veces aparecen en mi mente. Necesito, de una vez por todas, dejar de creer en ti.

No hay comentarios: